Reflujo gatroexofágico

(Enfermedad por reflujo gastroesofágico [ERGE]) Por William J. Cochran , MD, Geisinger Clinic

Última revisión completa jul. 2017

Introdución

El reflujo gastroesofágico es el desplazamiento retrógrado de alimentos y ácidos desde el estómago al esófago y, a veces, a la boca.

El reflujo puede estar causado por la posición del lactante durante la alimentación; por sobrealimentación; por exposición a cafeína, nicotina y humo del tabaco; por una intolerancia alimentaria o alergia; o por una anomalía del tracto digestivo.

Los lactantes pueden vomitar, escupir en exceso, tener problemas nutricionales o respiratorios, además de estar irritables.

Las pruebas que ayudan a los médicos a diagnosticar este trastorno son el tránsito baritado, la pH-metría esofágica, el estudio del vaciamiento gástrico y la endoscopia.

Las opciones de tratamiento consisten en leches maternizadas densas o hipoalergénicas, medidas posturales, eructos frecuentes, bloqueantes de la histamina (H2), inhibidores de la bomba de protones y, en algunos casos, metoclopramida y cirugía.

Casi todos los lactantes presentan episodios de reflujo gastroesofágico, que se caracterizan por regurgitación, eructos y exceso de salivación. La regurgitación ocurre de forma característica poco después de comer y se considera normal. El reflujo empeora de forma característica durante los primeros meses de vida hasta alcanzar un máximo hacia los 6 o 7 meses de edad, para luego disminuir gradualmente. Casi todos los lactantes con reflujo lo superan hacia los 18 meses de edad.

El reflujo gastroesofágico se conoce como enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) cuando:

  • Afecta la alimentación y el crecimiento

  • Daña el esófago (esofagitis)

  • Deriva en problemas respiratorios (como tos, sibilancias o interrupción de la respiración)

  • Se prolonga más allá de la lactancia, hacia la infancia.

Causas

Los lactantes sanos sufren reflujo por muchas razones. La banda muscular circular situada en la unión del esófago con el estómago (esfínter esofágico inferior) evita normalmente que el contenido del estómago retroceda al esófago (véase Introducción al esófago). En los lactantes, puede ocurrir que este músculo no esté completamente desarrollado o que se relaje cuando no debe, permitiendo que el contenido del estómago pase hacia atrás (reflujo), hacia el esófago. Comer tumbados o acostarse después de comer favorece el reflujo porque la gravedad no puede evitar que el contenido del estómago retroceda hacia el esófago. La sobrealimentación y la enfermedad pulmonar crónica hacen que los lactantes sean más propensos al reflujo a causa del aumento de la presión en el estómago. El humo del tabaco (como fumador pasivo) y la cafeína (en refrescos o a través de la leche materna) relaja el esfínter esofágico inferior, facilitando el reflujo. La cafeína y la nicotina (en la leche materna) también estimulan la producción de ácido, por lo que, si hay reflujo, este será más ácido.

Una alergia alimentaria o una intolerancia, más comúnmente alergia a la leche, también pueden contribuir al reflujo, pero esta es una causa menos frecuente.

Los trastornos hereditarios del metabolismo como la galactosemia y la intolerancia hereditaria a la fructosa y las anomalías anatómicas, como el estrechamiento del esófago, la obstrucción parcial del estómago (estenosis pilórica) o la posición anómala de los intestinos (rotación anómala), pueden, inicialmente, confundirse con el reflujo porque provocan episodios recurrentes de vómito. Sin embargo, estas anomalías son más graves y evolucionan con vómitos y otros síntomas de obstrucción, como dolor abdominal, apatía y deshidratación.

Síntomas

En lactantes, los síntomas más obvios de reflujo gastroesofágico son

  • Vómitos

  • Regurgitación excesiva de comida

  • En los niños pequeños, los sìntomas más frecuentes son

  • Dolor torácico

  • Dolor abdominal

  • A veces, ardor de estómago o acidez (una sensación de quemazón detrás del esternón)

  • En los adolescentes, el síntoma más frecuente es el mismo que en los adultos:

  • Pirosis

  • Complicaciones del reflujo


Complicaciones del reflujo en el lactante

En algunos lactantes, el reflujo causa complicaciones y se conoce como enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE). Estas complicaciones son

    • Irritabilidad debida al malestar estomacal

    • Problemas de alimentación que pueden provocar un crecimiento deficiente

    • "Espasmos" de torsión y posturas que pueden confundirse con convulsiones

    • Con menos frecuencia, pequeñas cantidades de ácido del estómago pasan a la tráquea (aspiración). El ácido en la tráquea y en las vías respiratorias produce tos, sibilancias, interrupción de la respiración (apnea) o neumonía. Muchos niños con asma también tienen reflujo. Como consecuencia de la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) aparece también dolor de oídos, ronquera, hipo y sinusitis. Si el esófago se irrita significativamente (esofagitis) es posible que se produzca una hemorragia que derive en anemia por falta de hierro. En otros casos, la esofagitis produce un tejido cicatricial que estrecha el esófago (estenosis).

Diagnóstico

  • Estudio con bario

  • Sonda de pH esofágica o sonda de impedancia

  • Estudio del vaciamiento gástrico

  • Endoscopia digestiva alta

A menudo no se necesitan pruebas para diagnosticar el reflujo gastroesofágico en los lactantes o niños más mayores que sólo presentan síntomas leves, como regurgitaciones frecuentes (en lactantes) y ardor de estómago (en niños más mayores). Sin embargo, si los síntomas se complican, se realizan varias pruebas.

El (papilla baritada) es la prueba más frecuente. El niño traga una papilla baritada, un contraste radiopaco que resalta el tubo digestivo para hacerlo visible en la radiografía. Aunque esta prueba ayuda al médico a confirmar el diagnóstico de reflujo gastroesofágico, lo más importante es que permite identificar alguna de sus posibles causas.

Una sonda medidora del pH esofágico (pH-metría esofágica) es un tubo fino y flexible con un sensor en la punta que mide el grado de acidez (pH). Los médicos pasan la sonda por la nariz del niño, deslizándola por la garganta hasta el final del esófago. El tubo se deja en ese lugar habitualmente durante 24 horas. En condiciones normales, los niños no tienen ácido en el esófago, así que, si el sensor detecta ácido, es signo de reflujo. Los médicos a veces utilizan esta prueba para ver si los niños con síntomas como la tos o la dificultad respiratoria tienen reflujo.

La sonda de impedancia es muy similar a la sonda de pH esofágico, pero puede detectar reflujo ácido y no ácido. Esta sonda se utiliza en niños que están tomando medicamentos que inhiben el ácido estomacal para ver si todavía tienen reflujo, si el reflujo está asociado a otros síntomas y para confirmar el funcionamiento de los fármacos para disminuir el reflujo ácido.

En un estudio de vaciamiento gástrico, se administra al niño una bebida que contiene una pequeña cantidad de material ligeramente radiactivo. Este material es inofensivo para el niño. Una cámara especial o un escáner altamente sensible a la radiación detecta dónde se encuentra el material en el organismo del niño. La cámara puede ver la rapidez con la que el material sale del estómago y si hay reflujo, aspiración o ambos.

En la endoscopia digestiva alta, se administra sedación al niño y se introduce un pequeño tubo flexible con una cámara en el extremo (endoscopio) a través de la boca hasta el esófago y el estómago. El médico puede realizar una endoscopia digestiva alta para ver si el reflujo ha provocado un daño al esófago (esofagitis), una úlcera, una irritación o si hace falta obtener una muestra para una biopsia. La endoscopia también puede ayudar a determinar si los síntomas del reflujo no se deben a algo distinto, como una alergia, una infección o la enfermedad celíaca. La broncoscopia es una prueba similar en la que el médico utiliza un endoscopio para examinar la laringe y las vías respiratorias. La broncoscopia ayuda al médico a decidir si el reflujo es una causa probable de trastornos pulmonares o respiratorios.

Tratamiento

  1. Para la regurgitación en los lactantes, fórmula espesa, postura especial y eructos frecuentes

  2. Si los lactantes presentan intolerancia alimentaria o alergia, posiblemente una fórmula especial

  3. Tratamiento de fisioterapia

  4. Otras medidas para reducir el reflujo, dieta, horarios, habitos, posturas, etc..

  5. A veces, medicamentos

  6. En raras ocasiones cirugía

  7. El tratamiento del reflujo depende de la edad del niño y de los síntomas que presenta.

El médico o fisioterapeuta tranquiliza a los progenitores de los lactantes que sólo presentan regurgitación, diciéndoles que no tiene mayor gravedad. Pueden recomendarse la abstención de tratamiento o sugerir medidas como espesar la leche maternizada, posturas especiales y frecuente expulsión de gases, tratamiento de fisioterapia. La leche maternizada puede espesarse añadiendo de 1 a 3 cucharaditas de cereal de arroz por cada 30 mL. La tetina debe buscarse con apertura transversal para permitir que fluya la leche espesada. Para dar de comer a los lactantes con reflujo hay que mantenerlos incorporados o semiincorporados (no sentados) y hacer que permanezcan en esa posición durante 20 a 30 minutos después de la toma (el hecho de sentarse aumenta la presión sobre el estómago y no es beneficioso). Además, hacer eructar al bebé después de cada 30 a 60 mL puede ayudar a disminuir la presión en el estómago expulsando el aire que el niño traga.

A los lactantes que padecen intolerancia alimentaria o alergia les conviene tomar una leche maternizada hipoalergénica.

Para ayudar a reducir el reflujo nocturno, se eleva la cabecera de la cuna o de la cama alrededor de 15 cm. Los lactantes deben estar sujetos mediante un sistema de rulos que se ajusta sobre el colchón o una cuña para evitar que rueden o se deslicen hacia el extremo inferior de la cuna quedando en posición horizontal.

Los niños mayores deben también evitar comer de 2 a 3 horas antes de acostarse, tomar bebidas carbonatadas y las que contengan cafeína, tomar determinados fármacos (como los que tienen efectos anticolinérgicos), comer determinados alimentos (como chocolate o alimentos grasos) y comer en exceso.

Todos los niños deben mantenerse alejados de la cafeína y del humo del tabaco.

Fármacos para el reflujo

Si los cambios de alimentación y las medidas posturales no controlan los síntomas, los médicos prescriben fármacos. Se dispone de varios tipos de fármacos para el reflujo:

  1. Los que neutralizan el ácido

  2. Los que inhiben la producción de ácido

  3. Los que mejoran la motilidad del tubo digestivo


Los antiácidos son fármacos que neutralizan el ácido del estómago. Estos fármacos actúan rápidamente para aliviar los síntomas, como el ardor de estómago.

  • Los niños más graves requieren fármacos inhibidores del ácido. La reducción del ácido gástrico disminuye los síntomas y permite que el esófago se cure. Hay dos tipos de fármacos inhibidores del ácido, los bloqueantes de la histamina (H2) y los inhibidores de la bomba de protones. Los bloqueantes de la histamina (H2) no reducen la producción de ácido tanto como los inhibidores de la bomba de protones.

  • Los fármacos favorecedores de la motilidad (procinéticos) estimulan la movilidad de los contenidos a través del estómago y los intestinos. Estos fármacos (como la eritromicina) pueden ayudar a aumentar la velocidad de vaciamiento gástrico. La mejora en el vaciamiento gástrico debería disminuir la presión gástrica, haciendo menos probable el reflujo.

Cirugía para el reflujo

En casos muy poco frecuentes, el reflujo grave requiere una intervención quirúrgica porque no responde a otros tratamientos. El procedimiento quirúrgico más frecuente es la funduplicatura. En este procedimiento, el cirujano envuelve la parte inferior del esófago con la parte superior del estómago para estrechar la unión entre ambos y reducir el reflujo.